Gabriella Erzsébet o Alžbeta
Báthory-Nádasdy de Ecsed nació en 1560 en el seno de una de las
familias más antiguas y adineradas de Hungría. Su nombre ha sido
traducido también por Elízabeth.
Hija de György Báthory de Ecsed y Anna Báthory y
sobrina de István Báthory, Gran Príncipe de Transilvania y rey de
Polonia entre 1575 y 1586. Prima de Zsigmond Báthory que fue también
Gran Príncipe de Transilvania, mediante su matrimonio con la princesa
María Cristina de Habsburgo. Pasó su infancia en el castillo de los
Ecsed. Se dice que desde edad temprana sufría de violentos ataques,
epilepsia u otra enfermedad neurológica, que remitieron con el tiempo.
A los once años fue prometida al Conde Ferenc Nádasdy
de Nádasd y Fogarasföld, quien le doblaba la edad. Un año después, la
enviaron a vivir al Castillo de los Nádasdy. Nunca hizo buenas migas
con su suegra, Úrsula, matriarca del clan; al parecer, la joven Báthory
hacía valer el rango superior de su apellido con mucha frecuencia.
A diferencia de la mayoría de mujeres,
y hombres, de su tiempo, Erzsébet recibió una buena educación y su
cultura sobrepasaba a la de la mayoría de los hombres de entonces. Era
excepcional, hablaba perfectamente el húngaro, el latín y el alemán,
mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear
ni escribir. Cada detalle de su vida nos muestra a una persona muy
inteligente, totalmente al control de sus facultades mentales.
A los 15 años, en 1575, casó con Ferenc, que entonces
contaba 26 años de edad. La ceremonia tuvo lugar con gran lujo en el
Castillo de Varannó; incluso se invitó al emperador Maximiliano II, que
no pudo acudir. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su
esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al Castillo de
Čachtice, en compañía de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa.
Las posesiones de la pareja eran enormes, y se
requería además un férreo control sobre la población local, de origen
húngaro, rumano y eslovaco.
El joven Conde no permanecía mucho tiempo en el
Castillo, la mayor parte del tiempo combatiendo en alguna de las muchas
guerras de la zona, empalando a sus enemigos sin compasión, lo que le
mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría". Existe registro
escrito de cómo Ferenc y Erzsébet intercambiaban información sobre las
maneras más apropiadas de castigar a sus sirvientes.
En 1585, diez años después de su matrimonio, la
condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio
también a luz a Úrsula y Katherina. Finalmente, en 1598, alumbró a su
único hijo, Pál.
En la gélida mañana del 4 de enero de 1604, el
Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de
sus batallas, dejando viuda a Erzsébet, contaba con 44 años. Despidió a
su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela
Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron
llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en
opinión de Erzsébet, se merecían.
Esto dejó a Erzsébet en una situación peculiar.
Señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas
las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército
con que proteger su poderío. Por la misma época, su hermano Gabor, se
convirtió en Príncipe de Transilvania, con el apoyo económico de la
riquísima Erzsébet. Gabor, se metió pronto en una guerra con los
alemanes; por complejas razones políticas, esto la ponía en peligro de
ser acusada de traición por el Rey Mátyás II de Hungría -quien
probablemente ambicionaba sus extensos dominios-. Viuda como era, se vio
más vulnerable y aislada que nunca.
Cuenta la leyenda que Erzsébet, ya
viuda, vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló
de ella. La anciana ante su burla la maldijo diciéndole que ella
también estaría como una vieja en poco tiempo.
Todo empezó poco tiempo después. Una de sus
sirvientas adolescentes le dio un involuntario tirón de pelos mientras
la peinaba. Al principio tuvo mucha suerte, la condesa reaccionó
reventándole la nariz de un fuerte bofetón, pero cuando la sangre
salpicó la piel de Erzsébet, a esta le pareció que allá donde había
caído, desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía
juvenil. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, ambos le aseguraron
que la sangre humana prolongaba la juventud.
Con la ayuda de su mayordomo Thorko y su corpulenta
sirvienta Dorottya, desnudaron a la pobre muchacha, tras asestarle un
profundo corte en el cuello, llenaron el barreño con su sangre.
Erzsébet tomó su primer bañó de sangre.
Entre 1604 y 1610, los fieles
sirvientes de Erzsébet se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 26
años para sus rituales sangrientos. En un intento de mantener las
apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus
víctimas tuviesen entierros cristianos respetables.
Más adelante, cuando los errores de su hermano
Gabor la pusieron en una situación política muy delicada, tomó la
costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas,
carbones y hierros por pura diversión. También generalizó su práctica de
beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los
hombros o los pechos. Esto ocurrió en su estancia en Viena, donde tenía
una mansión cerca del palacio real en el centro de la ciudad.
También le gustaba mucho que sus doncellas se desnudaran para ella.
Cuando la cifra de víctimas comenzó a subir, el pastor protestante comenzó a manifestar sus dudas, morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así que comenzaron a enterrar en secreto los cuerpos desangrados.
Cuando la cifra de víctimas comenzó a subir, el pastor protestante comenzó a manifestar sus dudas, morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así que comenzaron a enterrar en secreto los cuerpos desangrados.
Cuando llegó un momento que el
guardar tal número de cuerpos en el castillo se convirtió en un gran
problema. Incluso al principio se guardaron algunos cuerpos debajo de
las camas. Sin embargo, el hedor era tan insoportable que algunos
sirvientes ocultaron los cuerpos en lugares peligrosamente insensatos,
como campos cercanos, silos de grano, el río que corría bajo el
castillo, el jardín de verduras de la cocina, con lo que empezaron a
circular leyendas entre el pueblo de la existencia de vampiros los
cuales eran la causa de los cuerpos llenos de sangre que se
encontraban alrededor de la aldea.
En 1609 Erzsébet, por la falta de sirvientas en la
zona como consecuencia de sus numerosos crímenes, cometió el error que
acabaría con ella, utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y
adolescentes de buena familia para educarlas. Algunas de ellas
comenzaron a morirse pronto por "causas misteriosas y desconocidas",
nada extraño de aquella época, con sus elevadísimas tasas de mortalidad
infantil y juvenil, pero en el "internado" de Čachtice el número de
fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la
aristocracia menor, por lo que sus muertes eran consideradas
importantes.
Esto, unido a la denuncia del pastor protestante al
Rey Mátyás a través de la curia clerical, generó la apertura de una
investigación mandada por el Rey para el esclarecimiento de los
acontecimientos “misteriosos” que acaecían en el lugar.
Según el testimonio del conde György Thurzó, primo y
enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey, cuando
su hueste llegaron al castillo un 30 de diciembre de 1610, no hallaron
oposición alguna, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue
a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una
paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era
práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al
interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que
aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra
encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales
habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las
últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50
muchachas más.
Por todas partes había toneles de
ceniza y de serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan
pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba
cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a podredumbre.
En el propio diario de Erzsébet aparecía escrito
con todo lujo de detalles, como día a día sus víctimas eran torturadas y
matadas, hasta sumar un total de 612 jóvenes.
Documentos existentes demuestran una curiosa coincidencia, la unión entre la familia Bathory y la de Vlad Draculea, los antepasados húngaros de Draculea estaban relacionados con el clan Bathory.
Documentos existentes demuestran una curiosa coincidencia, la unión entre la familia Bathory y la de Vlad Draculea, los antepasados húngaros de Draculea estaban relacionados con el clan Bathory.
No hay comentarios:
Publicar un comentario