Tras varios años saliendo con su novia Juan descubre que
le era infiel, destrozado por la ruptura y después de varias semanas
encerrado en casa por fin se decide a aceptar la invitación de sus
amigos para salir de copas y ahogar sus penas en alcohol.
A las pocas horas y tras varios vodkas por fin decide acercarse a hablar
con una chica que lleva toda la noche mirándole, siempre había sido un
chico tímido pero el alcohol y los ánimos de sus amigos le empujan a
entablar conversación. La chica está muy interesada en él y en media
hora ambos están besándose apasionadamente.
Los amigos deciden dejar solos a los “tortolitos” y cambian de bar,
dejando a Juan con su nueva amiga. La chica se empieza a poner más
cariñosa e invita al chico a que la acompañe a un hotel donde podrán
estar más cómodos.
Montan en un taxi donde Juan mareado por las copas y distraído por los
besos y caricias de la chica ni se da cuenta de donde le llevan. Ambos
entran en la habitación de un mugriento hotel pero no parece molestarles
la suciedad del lugar, están demasiado concentrados el uno en el otro.
La chica saca una pequeña petaca (una botella de licor) y le ofrece a
Juan la última copa mientras ella se asea en el baño antes de intimar.
Juan emocionado por su éxito pega un trago, a los pocos segundos cae
inconsciente, la bebida tenía algún tipo de droga…
Despierta varias horas después en una bañera llena de hielo, muerto de
frío y con un fuerte dolor en la espalda. Aún medio drogado y con la
cabeza a punto de explotar se da cuenta de que han dejado su teléfono
móvil junto a un nota cerca de donde está tumbado.
“Llama a una ambulancia inmediatamente o morirás”
El chico asustado se levanta como malamente puede para observar
horrorizado en el espejo que tiene dos enormes heridas en la espalda
justo a la altura de los riñones.
Al llegar al hospital le confirman sus peores temores, una banda de
traficantes de órganos le han extraído sus riñones, probablemente para
venderlos a algún rico sin escrúpulos al que no le importe el origen de
los mismo.
El chico a partir de ese momento tendrá que vivir permanentemente
enchufado a una máquina de diálisis en el hospital hasta que, si tiene
suerte, le encuentren un nuevo riñón y le puedan realizar un trasplante.
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